Fotografía familiar profesional. Reportajes de familia y parejas

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Con las viejas puntas

Si tuviera que escoger un consejo sobre fotografía de todos los que he podido integrar (habré escuchado muchos, hecho caso probablemente a menos de los que debería) sería "Conoce tus límites y déjate caer sobre ellos para estirarlos".

Somos seres que de manera obvia tratamos de refugiarnos en nuestra propia zona de confort. La que generamos con lo que conocemos, con nuestras rutinas, con el espacio y las actividades con las que nos sentimos cómodos. Cuando dominamos una técnica fotográfica, o hacemos las fotos como hemos aprendido, podemos, en efecto, sentirnos satisfechos con el trabajo realizado, bien hecho, sin mayor complicación. Y sin embargo ese refugio seguro nos acaba limitando el proceso creativo por hacerse repetitivo, ahogando la motivación y la adrenalina que brota al conseguir superar un reto, algo que no se había hecho con anterioridad. Todos tenemos nuestra zona de confort, y todos establecemos las líneas rojas, esos límites que nos ponemos y que nos cuesta atravesar. No hay mayor subidón de estímulo creativo cuando te lanzas tu propio reto con el objetivo de estirar esos límites.

 

Cuando contacté con Lyli para hacer una sesión de fotos, la única experiencia que había tenido con la danza (aparte de quedarme boquiabierto observando a bailarines practicar su arte) se limitaba a un taller fotográfico de estudio. Lyli primero me pidió que me desplazara a otra ciudad, fuera de los escenarios que conozco y que tenía ya en mente. Y cuando quedé con ella y le sugerí que ella tomara la iniciativa de los movimientos y poses, su respuesta fue que en sus anteriores sesiones el fotógrafo conocía las figuras de ballet y se las proponían. El reto estaba servido, y mi entusiasmo de niño con zapatos nuevos iba en aumento cada vez que ella se colocaba sus viejas zapatillas de punta. Después de dos horas de fotografía haciendo algo distinto corroboré una nueva vocación, la fotografía de danza, y la satisfacción de poder haber hecho un buen trabajo.

 

Lyli, que no se me olvide, también podría dar un par de consejos sobre cómo pegarle una patada a tus limites..., ¡y vaya patada podría dar! Desde muy pequeña, esforzándose intensamente en el conservatorio, varios años fuera de casa becada en Londres, y una operación de tobillo que la ha dejado en dique seco durante casi un año y que ha conseguido superar completamente.

Que no pare la música, y que siga reventando zapatillas de punta.